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domingo, febrero 9, 2025
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EL CORREDOR DE LA MUERTE, LA SANGRE Y EL DELIRIO.

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• Asi es un día de urgencias en el IMSS.
• Y el sistema de salud está casi igual que Dinamarca, asegura el gobierno federal.

Por Daniela Olivares

El olor a medicina, los sueros colgando de su estuche, abundantes jeringas, dolor, traqueotomias, sonido de aparatos de signos vitales, un ejército de médicos y enfermeras tratando de resolver los males de 42 personas.

Es una escena grotesca común en la sala de choque de la Clínica 50 del Instituto Mexicano del Seguro Social (Imss), ubicada en la capital potosina, es un corredor de pacientes al borde de la muerte que son atendidos en las sillas, esa es la clase mundial del sistema de salud que alega el gobierno federal.

La razón de estar: la enfermedad, el abandono, el descuido. La decadencia no perdona edad. Está doña Conchita con 84 años de edad, sufriendo por una hemorragia interna de tracto digestivo.

A su lado, don José Martínez, llegó por un infarto que dañó al órgano más importante del cuerpo: su cerebro.Sin embargo, eso no logró tocar el corazón de sus hijos para quedarse a cuidarlo y estar al pendiente de su salud. El señor todo el tiempo esta sólo y pidiendo que lo lleven a su empleo porque lo despedirán.

Además la enfermera platica que van dos veces que sale corriendo tratando de escapar porque insiste en que tiene que cumplir con un curso en su trabajo. Literal, son manos y pies atados y con sangre escurriendo por su jaloneo provocado por la inquietud de querer irse del Imss.

Revelan que la hija de don José firmó para que este solo, sin ningún tipo de cuidador pese a lo necesario que es y además ordenó que se le haga todo lo que se le tengan que hacer para que se recupere.

Alucina y alucina… doña Evita gira en la cama y platica con la sombra que refiere es su ñoñito, por lo que dice, parece ser su nieto y ella pasa su enfermedad jugando con su amigo invisible, el cual, bien o mal la ayuda a alejarse de una triste y cruda realidad.

Llega una solicitud de sangre urgente. Piden tres donadores para transfusión. La familia del paciente gestiona, consiguen a las personas que donarán aquella sustacia del cuerpo que en este lugar se convierte en oro.

Sin embargo, se topan con la realidad: la lenta e ineficiente calidad de la administración, “no hay citas para donación hasta dentro de tres meses”, ¿le alcanzará el tiempo para recibir la sangre?.

La solicitud expresa de la doctora fue: si no se comprueba que asistieron sus donadores al banco de sangre, no se puede realizar la transfusión. ¡Vaya ironía! Tener pero no poder y que aún así, señalen a los pacientes y sus familiares como los culpables de no poder cumplir con el procedimiento médico.

De repente aparece algo bueno, una enfermera con carisma y vocación de servicio, la cual se puede percibir desde lejos porque es amable y carismática, algo que rara vez se ve en el seguro.

Llega con toda la paciencia del mundo con cada uno de sus pacientes, les habla bonito, el ánimo en ella no falta. ¡va a salir de esta don, anímese! Le dice al paciente.

De un momento a otro comienza a inundarse el espacio de sangre, don José comienza a tener una hemorragia por su uretra llenando de color rojo su ropa, la cama, el piso. Corren enfermeras y practicantes a revisarlo, colocan sin pudor alguno una manguera en su pene expuesto a todos los que en la sala nos encontramos, canalizan la sangre a un contenedor.

Apenado voltea y me dice: ¡qué maldita vergüenza señorita, ya me vio todo y yo no soy un pervertido!.
La falta de tacto del personal es algo normal en esta institución pública de salud: te insisten en orinar en un recipiente frente a todos, a doña Conchita por ejemplo, la desnudan sin preguntarle siquiera si se encuentra cómoda. No se sabe si es la costumbre o la enfermedad que vuelve insensible al personal o simplemente la falta de empatía recae sobre este tipo de acciones.

Pasan los segundos, minutos, horas y los enfermos van y vienen; continúan llegando las dolencias graves, pero ya no existe espacio para colocarlos. Los pasillos comienzan a convertirse en cuartos de hospital.

Así es un día de urgencias en una clínica pública de alta especialidad, que de acuerdo a datos oficiales, de manera diaria atiende a más de 500 personas en el área de urgencias.

Estas acciones desnudan la inoperancia, la falta de equipo, un personal sobrepasado, insensibilidad y tristeza; pero aún así, todavía hay quien asegura que nuestro sistema de salud está a casi nada de llegar al nivel de Dinamarca. ¡Caray ya deja de quejarte asegurado!

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